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Carla Conte brindó una emotiva entrevista a Noticias D, donde habló sobre uno de sus grandes amores: la ciudad de Pigüé. Con espontaneidad contó su vínculo con esta ciudad, cabecera del partido de Saavedra, donde viven sus primos y que cada año festeja su aniversario de fundación preparando un omelete gigante.
—¿Cuál es tu vínculo con Pigüé?
—Por poquito no fue mi tierra natal. Es la tierra de mis viejos, ahí nació mi papá y mi mamá se mudó ahí muy chiquita desde General Lamadrid. En Pigüé se conocieron, se casaron. En la ciudad tengo primos, primos hermanos, primos segundos, tíos, tías, muchos amigos y amigas de mis viejos. Así que mi vínculo con Pigüé es casi que desde que tengo uso de razón. La disfruté mucho en mi infancia pero es una relación de toda la vida.
—Esa infancia que tanto disfrutaste ¿de qué recuerdos se llenan?
—De miles porque era nuestro lugar de vacaciones. Todavía hoy todo lo relacionado a Pigüé es hermoso porque significa amigos, familia. Pigüé es comidas con mucha gente, es fiesta con los primos, es salir con ellos a pasear. Pigüé era la libertad, se hacían cosas y me permitían hacer cosas que en la ciudad no. Mis primos eran libres de moverse, iban y venían para todos lados desde chiquitos. En el verano, todos juntos nos íbamos caminando desde la casa de mis tíos al parque, a la pileta. Eran un montón de cuadras y de chicos que nos cruzábamos todo el pueblo. Acá en Buenos Aires donde yo vivía era impensable. Por eso mis recuerdos son todos de libertad. Pasé muchas vacaciones, incluso ya de adolescente me iba allá a vacacionar. Invitaba a una amiga a pasar las vacaciones de invierno ahí, que ¡te la regalo! Hay que tener mucha vitalidad porque el frío que hace en Pigüé en invierno es tremendo, ni te cuento a las 4 a.m saliendo del boliche, con la helada. Pero ya estábamos, no me importaba nada.
Andaba mucho de acá para allá y lo vuelvo a repetir, para mi Pigüé era sinónimo de libertad, podía hacer de todo, era libre iba y venía sin ningún tipo de problema. Pigüé es sinónimo de amor absoluto, de festejar y celebrar y de familia, de todo lo hermoso.
—¿Algún recuerdo incontable que nos puedas relatar?
—Travesuras, miles, con mis primos nos peleábamos todos el día, toda la tarde, toda la noche. Pero la gran travesura fue el día que choqué un scooter.
Una actividad que hacía cada vez que visitaba Pigüé y que no hacía en otro lugar del mundo era andar en scooter, en ciclomotor, que me parecía un nivel de libertad extrema. acá en Buenos Aires jamás en mi vida anduve en ciclomotor. Una vez llego y mi primo tenía uno nuevo, divino, blanco. Se lo pido, me lo presta, empiezo a andar y se lo choco en la entrada del local de mi tío “Casa Conte”. Todavía se acuerda del enojo que se agarró.
—¿Qué tiene que ver “Casa Conte” con vos?
—Es un local de la familia. Al principio lo atendía mi tío Jorge y ahora trabajan mi primo Mariano y la tía Joaquina. “Casa Conte” sigue estando y podés encontrar todo lo que necesitás para pescar, para cazar, pero también tiene elementos de ferretería, artículos para viajes, de todo un poco.
—¿Festejos nos recomendás?
—Una gran fiesta es la celebración del aniversario de Pigüé. En ese contexto todos los años se hace la omelete gigante, no sé cuántos millones de huevos tiene, siempre sale en todos lados. Como Pigüé fue la primera colonia francesa en la provincia de Buenos Aires, siempre se prepara este omelete gigante. Cuando trabajaba en la Televisión Pública en “Vivo en Argentina” hicimos un móvil cuando se hacía esto que estuvo muy lindo.
—Y después de comer el omelete y pasear por el parque, ¿qué otros lugares recomendás?
—Lugares para recomendar hay muchos. Hay lugares míticos que todavía existen como la confitería “París” que mis viejos me han contado miles de anécdotas, de toda la vida yo he ido, es una confitería que está desde siempre en la avenida Casey. Cada vez que voy quiero pasar por la confitería París siempre. Después están las Sierras de Cura Malal a 10 minutos de Pigüé que es un área hermosísima, hay muchos lugares en los que podés pasar un día en estancias en las sierras.
Es un pueblo precioso y hay un montón de lugares hermosos, al parque si o sí hay que ir porque es espectacular.
—Ibas de chica, de adolescente ¿y de estrella de la televisión?
—Nunca fui famosa en Pigüé por trabajar en la televisión, sino porque era “la prima de los Conte”. Durante toda mi infancia y adolescencia iba todo el tiempo, muchas veces por año, mis viejos nos llevaban mucho, ahora hace bastante no voy. Me acuerdo cuando en el 2006 gané Bailando por un sueño y con Guille Conforte, mi compañero de baile, nos fuimos a Pigüé a hacer una presentación y se recaudaron fondos para una escuelita especial donde trabajaba mi prima, Mercedes, y estuvo buenísimo.
Pigüé era mi casa y me conocen de toda la vida, pero en ese momento fui desde otro lugar y fue muy lindo. Hicimos en el colegio una presentación, y bailamos. Me acuerdo que José Luis Ferrando nos prestó la ropa y nos llevamos la vestimenta del programa así. Fue muy hermoso ese momento, haber compartido con la gente desde ese otro lugar.
—Hace un tiempo no te vemos en la tele. Se extraña tu sonrisa ¿hay algún proyecto rondando?
—Estoy cerrando algo que se va a ver en el verano pero no puedo adelantar mucho porque todavía no está como 100% firmado entonces no quiero decir nada pero si, si todo sale bien nos veremos los fines de semana.
Terminé hace un mes y algo los 70 años de la Televisión Pública que fue hermosísimo, un proyecto precioso, con ganas de que tenga algo de continuidad. Puede ser que suceda, así que estoy con algunas puntas ahí que están buenísimas, que pronto se van a concretar y avanzaremos por ahí.
—Y a Pigüé, ¿cuándo volvés?
—Este año mi viejo partió y fue muy difícil. Así que preciso reencontrarme con mis primos. Hay muchas ganas de volver y abrazarme y compartir ese lugar que es su lugar y, sí voy a llorar mucho. Por eso, tengo muchas ganas de volver pronto. Hay mucho amor por mi papá ahí en Pigüé así que quiero ir a disfrutar de eso también.
La entrevista termina. Carla agradece “por llevarme de viaje” y dice “ahora me voy a tirar a llorar una hora y media”, pero enseguida aclara que Pigüé “me trae los recuerdos más hermosos, no me esperaba este viaje”. Reitera que quiere volver pronto porque “hay muchos abrazos ahí, esperando”. Y si no alcanzan los abrazos de los primos, sumaremos los de los lectores, al fin de cuentas, la gente linda como Carla se los merece por necesaria.