Otra vez, la morocha recae en los malos hábitos. Ya se la había vinculado con un hombre bastante mayor que ella, pero juró y perjuró que no tenía nada que ver con él. Y era cierto.
La realidad, es que estaba con otro. Casado, como le gustan, aunque algo más joven. Y, también, haciendo temporada en Buenos Aires. Son amores.