Dicen en el barrio que cierta modelo con aspiraciones de estrella mediática quiere mostrarle al mundo sus dotes como cantante. Compone sus propias canciones y grabó un demo en un estudio que suelen frecuentar bandas “populares”. Luego, con varios CDs en la cartera, salió a recorrer las oficinas de las discográficas más importantes de la capital.
Los ejecutivos la reciben, pero sólo como una excusa para verla entrar a su oficina. E irse. Sobre todo para mirarle el “irse”. Pero un par de ellos admiten que el material –a mitad de camino entre pop y reggaetón– es “francamente horrible”. ¿Logrará contrato con una disquera? Quién sabe. Nalgas matan cuerdas vocales.