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Por Juan Manuel Domínguez | Publicado en la edición impresa de Diario Perfil
Es simple: no hay estrella, pop star, celebridad de habla hispana como Martina Stoessel, es decir, como su Violetta, el tsunami pop adolescente que nació en Disney y creció hasta realizar más de 500 conciertos en varios países del mundo (por ejemplo, agotando seis funciones para 12 mil personas en Lisboa), récords de ventas de discos y emisión del show que fue la génesis del asunto en más de 130 países. No hay fenómeno como Violetta, y eso queda claro al ser la primera artista que canta en español que aparece en la lista de las bandas cuyas giras más recaudaron durante 2015 (76,8 millones, a dos puestos de Sir Paul McCartney). No lo volverá a haber: la primera película del personaje, con estreno el 2 de junio, es también la última. Es donde Martina Stoessel, celebridad sensata y refulgente, devendrá Tini. No por nada el film dirigido por Juan Pablo Buscarini y con estreno en más de cincuenta países se llama Tini, el gran salto de Violetta. Después de un recorrido único, imposible de imaginar, que Tini comenzó a los 14 años, por fin llega al cine y se ve gigante. Ella se ríe: "Sí, y por primera vez". El cine, sabemos, era la única estación pop del recorrido "superestrella" que le faltaba a Violetta, considerando que acaba de lanzar su canal de YouTube y ya posee su primer disco como Tini.
—Después de tantos shows, más de 400, los discos, las temporadas, ¿te dio miedo el cine? ¿Estuvo bueno tener miedo otra vez?
—Sí, estuvo buenísimo. Fue como un desafío. Está bueno animarse a vivir un desafío, sobre todo si lo que se está buscando es la felicidad y que te traiga alegría. A mí me pasó de creer que me iba a encontrar con algo muy similar a lo que era la televisión: "Sí, hay cámaras, hay director, hay protagonistas y voy a bailar en algunas partes". Yo estaba acostumbrada a grabar 17 escenas por día y llegué y estábamos 12 horas para filmar dos escenas, como mucho. Todo lo que aprendí estos años lo puse en práctica en el cine.
—¿El cine representa un salto grande? ¿Es otra liga considerando todo lo que has vivido?
—Yo siempre fui muy inconsciente de lo que me pasó. Y lo digo en el mejor sentido de la palabra. O sea, creo que no haber sido tan consciente me hizo estar así como estoy hoy: tomarme las cosas con tranquilidad y naturalmente. Y no tomarlo como algo tan "¡wow!". Sí me pasa cuando lo ves en la pantalla, ahí lo ves. Mientras filmábamos no caía tanto. Ir a Madrid, o en París, u Holanda, y verla doblada en 84 idiomas. Eso sí fue un shock.
—Además, está el hecho de abandonar a Violetta para siempre.
—Fue la despedida de un proyecto que marcó la vida de muchas personas y muchas generaciones. Eso también me impactó. Entendí ahí: "OK, me estoy despidiendo con esto".
—¿Cómo definirías esta etapa que se cierra?
—Como una etapa de crecimiento, de madurez, de conocerme yo. Porque Violetta, no el personaje, el proyecto a mí... obviamente tenía una educación previa... pero de los 14 a los 19 años tenés una formación de personalidad, definís todo. A mí me pasó que me formé como persona. Yo me crié con Violetta, el proyecto. Para mí fue el colegio. El que dejé y lo hice por internet. Violetta era mi colegio, mi escuela. Fue una etapa total y absoluta de saber quién soy, qué quiero, de formarme profesionalmente.
—Suena a que ya tenés todo resuelto, ¿ventajas de ser una estrella?
—Sé que hasta el día que me muera voy a seguir impresionándome.
—¿Cómo es crecer en esa fama?
—Es loco, pero me gustaría que se entienda la idea: ¿viste cuando le enseñás, por ejemplo, idiomas a un niño muy chico, de 3 años, y uno después ve un niño chico que habla idiomas? Lo tiene naturalizado, porque así fue su vida, y no lo ve como algo loco. Así le enseñaron. Me preguntan cómo. Fue tan de chiquita, fui al colegio hasta los 14 y después internet, mis amigas están en carreras universitarias, se van a recibir y ahí van a comenzar a trabajar profesionalmente y a mí todo eso me pasó a los 14 años, diez años antes de lo que me tendría que haber sucedido. Lo naturalicé pronto, muy genuinamente. Vivía la vida jugándola.
—¿Esta era la película que soñabas hacer o te gustaría hacer otro tipo de película? ¿Era la película que necesitaba este personaje o vos?
—Bueno, si me decís así, de soñar, todos sueñan, sigo soñando y quiero hacer cine. Fue más que la película que yo soñé. Fue realmente grande. Es gigante, laburó mucho gente para que eso sea posible. Haciendo tu primera película, no esperás que sea así. Es la película que necesitaba para generar este cambio y finalizar esta etapa.
—¿Qué otro tipo de película te gustaría?
—No tengo algo definido, al estilo: "Me gustaría hacer drama". Me encantaría algo al estilo Diario de una pasión. O algo de acción, de superhéroes. Del drama a algo hipercómico, todo me divertiría. Para mí depende de la historia y sentirme cómoda.
—¿Qué pasa cuando pensás cómo, por ejemplo, esa película en años estará en una colección de un fan de Disney al lado de, por ejemplo, La dama y el vagabundo o La sirenita?
—Es como preciado, ¿no? Y no me lo había puesto a pensar en esa manera. Pensar las cosas así, cuando te ponés tanto, porque es muy gigante, no sabés cómo reaccionar. Sí, estoy feliz. Pero, ¿ya está? ¿Qué más puedo hacer? ¿Cómo se debería reaccionar? Yo realmente lo disfruto y soy feliz. Disfruto mi trabajo y hago lo mejor que puedo siempre, me esfuerzo un montón y le agradezco a Dios todo lo que me dio, pero ya llega un punto donde si sos tan consciente, no sé si está tan bueno.
—¿Por qué no está bueno?
—Te hacés consciente de una realidad que no es tan real. Al día siguiente se te termina, porque puede pasar que se termine todo eso, y tu identidad la pusiste en un lugar que no debería haber estado. Entender que es una realidad, pero que es muy efímera también.
—¿Pensás que va a ser efímera en tu caso?
—Sé que es posible. Es una posibilidad, como todo en la vida. Y lo tomo así, también natural. Mi identidad no está puesta en la fama o en el dinero o solamente en el trabajo. Sé que primero tengo otras cosas y otros valores que a mí me llenan mucho más el corazón, y así me criaron mis papás desde chiquita. Y así también lo tomo.
Gajes del oficio
—¿Cómo fue finalmente el hecho de verte en una pantalla? Debe ser algo impactante, sobre todo considerando que tu imagen había circulado por todos los medios excepto ése.
—Fue muy emocionante, la verdad, no me lo esperaba. Es muy impactante para cualquier persona, porque uno desde que nace o es chiquito va al cine a ver películas, y verte vos ahí en gigante, enorme... Estar ahí es loco. No es lo mismo que la televisión.
—¿Cambió la forma en que te pensás como actriz?
—Te cambia. La gente te ve de otro lugar, pero te cambia a vos la forma de pensar el laburo. Se trabaja de una forma mucho más profesional, más lento, más fino, más delicado. Diferente de lo que es un show en vivo o la televisión. Además, era un: "Ah, OK, si no me gustó la primera toma, ¿puedo hacer otra? Y si no me gustó la que puedo hacer: ¿puedo hacer 84 más?". No lo podía creer. Mejoran todas las áreas: el director te puede dirigir como quiere, make-up, la gente de pelo, todos tienen más tiempo. Mejora todo. Aprendí mucho, crecí mucho.
—Ese cambio, esa evolución, abandonar a Violetta y ahora ser Tini, ¿fue difícil tomar esa decisión o verla finalmente apareciendo en pantalla?
—Es todo una gran emoción. Se dio todo muy emotivo. El final de una gran etapa, el comienzo de una nueva. Estar en la pantalla grande. Estar despidiendo a este personaje que me cambió la vida y que amo con todo mi corazón, y no sólo a mí, sino también a un montón de chicos que me siguieron durante cinco años. Todo fue muy emocionante.
Fotos: Sergio Piemonte y Cedoc