domingo 22 de diciembre del 2024
DESTACADA 22-01-2017 18:26

Silvia D’Auro: “Me quisieron enterrar diez metros bajo tierra, pero acá estoy feliz y libre”

Por Julieta Mondet | La ex esposa del periodista Jorge Rial se lanzó como conductora con un programa de radio “espiritual”. Dice que sufrió violencia de género y quiere ayudar a otros a salir.

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Seis de la tarde, Palermo. Acaba de salir de su clase de canto, adonde va desde hace seis años. Y que, incluso, en algún tiempo fue una actividad que compartió con una de sus hijas. Está más rubia que nunca, y esboza una amplia sonrisa. “Mis amigas me decían que antes vivía con cara de enojo. Y ahora ya no tengo más rasgos duros, eso es porque me liberé”, dirá sin tapujos con un agua saborizada de por medio a medida que la tarde cae y la charla se desgrana. “Estoy feliz, me perdoné y supe perdonar”, será una de las frases que dirá y que, asegura, da cuenta de un largo trabajo interno que dice haber transitado. Y que la llevó de nuevo al ruedo con un programa de radio: Reinas, princesas y algo más por FM Delta. Se trata de Silvia D’Auro. La ex mujer de Jorge Rial, quien tras una escandalosa separación y unos cuatro años de silencio se animó a hablar de todo con PERFIL.

El sol ya recorta su figura contra la ventana del bar, aunque su vivacidad sigue intacta. “Con el programa trato de sacarle una sonrisa a la gente, de alegrarle el día. Hago entrevistas con especialistas de la salud. Pero por sobre todo, lo que hago es un programa espiritual. Mi intención es poder rescatar a alguna persona que esté pasando por lo mismo que sufrí yo o parecido. Y para poder hacer eso primero tenía que ser feliz yo. Por eso, este programa en otro momento hubiese sido imposible”, afirma en lo que será un sinfín de confesiones.

—¿Quién la rescató a usted de ese estado?

—Una señora que hoy ya no está, Beatriz. Yo estaba en una zanja, ella me agarró de la cabeza, me sacó y me dijo: “Vení, que la vida es otra cosa”. Era antropóloga social, muy espiritual, había viajado mucho a la India y era una gran maestra. Entendió mi dolor y por eso me pude abrir. Claro que además de su intención hubo de mi parte un querer salir de donde me habían querido poner.

—¿De dónde?

—Diez metros bajo tierra. Pero Bea me llevó por el camino de la búsqueda. Ella fue madre mía en otra vida. Con ella hice registros akáshicos, sofrología, neurolingüística.

—¿Si mira hacia atrás cambiaría algo?

—No me interesa mirar hacia atrás; esto es de acá para adelante. Desandar el camino no sirve. A veces hay que cortar y empezar de nuevo. Estuve 40 años haciendo lo mismo; uno encuentra una zona de confort hasta que se enciende una alarma que advierte que algo no está bien. Y entonces tenés la posibilidad de patear el tablero, con sus consecuencias.

—¿Qué hizo que pateara todo como dice?

—No soportaba más el engaño, ni la mentira, ni la estafa moral. No era para mí.

Y ante la repregunta para que se explaye al respecto, levanta su mano, la lleva hacia su boca y hace el gesto que dibuja cierre hermético. Hasta que lanza un “Yo no estaba siendo feliz y quería serlo”.

—¿Tiene contacto con Rial?

—No, de ningún tipo.

Entonces, pide volver a hablar de su presente.

—¿Cómo surgió el programa de radio?

—Tuvo que ver con una búsqueda interna; yo no soy la misma. Me liberé. Esa es la sensación. La cortina del programa es Libre soy (de Martina Stoessel). En un principio tenía el tema de Bebe, Ella, que está muy vinculado con la violencia de género. ¿Y yo qué tuve? –se pregunta–, porque nadie habla de eso. Nadie nunca va a hablar de eso, por quien tengo enfrente. Y ahora, siento que desde mi lugar le puedo hacer el bien a alguien que se identifique y pueda salir a vivir.

—¿Está en pareja?

—No. No soy una mujer de muchos hombres, no me gusta. Mi cuerpo es un templo y lo cuido como tal. Esa cosa que ahora tiene la juventud de hoy con este, mañana con aquel no es para mí. Ahora estoy conociendo a alguien, un empresario de vinos. Así soy feliz: si él viene a sumarme, bienvenido.

—¿Le gustaría formar una nueva familia?

—Es mucha responsabilidad, porque los hijos no son de uno, sino del otro, y cada uno tiene su forma de educarlos. Los padres no somos perfectos. A veces hay que tolerar más cosas, aprendí a tener mucha más paciencia.

—¿Cambiaría algo como madre?

—Yo esperé que mis hijas crecieran para separarme porque mis padres lo hicieron cuando tenía ocho años y sufrí, no entendí y no quise repetir la historia. Pero pasé de ser la mejor madre, esposa y empresaria a ser la peor de todas. No sé quién es el peor de los dos.

—¿Las extraña?

—Sigo en contacto. Pero paso a paso. Siempre estuve cerca, aunque ellas no supieran.

—¿Las aconseja?

—Cuando hablo y me cuentan qué les dice el padre, si me parece bien lo digo; si no estoy de acuerdo no opino. El tiempo cura todo. Aunque el tiempo de Dios no sea el nuestro.

—¿Qué le parece el novio de Morena?

—No opino de eso. No soy responsable.

—¿Qué opina del by pass gástrico que se hizo?

—No pude opinar. Pero siempre traté de ayudarlas y contenerlas. Fui y soy una mamá feliz. Hoy estoy bien conmigo. Tuve que trabajar mucho, sufrí mucho, pero lo logré y ahora espero poder ayudar a un montón de gente, incluidas ellas y el padre.

—¿En qué lo ayudaría?

—Ayer me preguntaban si lo perdonaría, si él me lo pidiera. Y yo ya lo perdoné porque a mí no me sirve no hacerlo. Antes me perdoné a mí. Y no es una frase hecha, hay que trabajarla. Las cosas que nos pasan son reflejos de nosotros y de nuestros mambos.

—¿Comperten los amigos de entoces?

—No, cambió todo y eso es sano.

 pasado aún presente

En 2011, tras 22 años de matrimonio, una sociedad comercial fuerte y dos hijas adoptadas, Jorge Rial y Silvia D’Auro comenzaron una guerra que acaparó todos los frentes. No sólo se tiraban dardos en la Justicia, también por las redes sociales y los medios. En 2013, en medio de la división de bienes, la empresaria dio una nota a la revista Noticias donde, entre otras cosas, dio a entender que el periodista recibía sobres de dinero de políticos a cambio de protección. Enseguida, el conductor le hizo una denuncia por extorsión. Además habló de la relación con sus hijas. “El no pidió la tenencia hasta último momento. Durante 12 años él no hizo nada por las chicas, lo hice todo yo. Así que no está mal que ahora se ocupe un poco y sepa qué es lo que es tener hijas”, aseguró. La paz llegó hace apenas un tiempo, cuando finalizaron la división de bienes. Entonces, ella se fue de viaje y sus hijas, con quienes no mantenía una buena relación, eligieron quedarse con su padre. De hecho, no la invitaron a su fiesta de 15. Actualmente, D’Auro recuperó vínculo con una de ellas. Morena, en cambio, le dedicó un sugerente tuit (abajo). Consultada, Silvia dijo: “No me interesa ver nada que interfiera en mi OM, no me lleno de agresiones”.

Publicado en la edición impresa del diario PERFIL del domingo 22 de enero de 2017.

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