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Entrevistar a Enrique Pinti por su rol de jurado en Tu cara me suena es un poco raro. Su enorme historia en teatro es inversamente proporcional a su poca actividad en televisión, que es aun más breve si se la mide en participaciones en tiras o unitarios. Mientras prepara el retorno de Salsa Criolla para el año que viene, el cómico se expone a un público que quizás desconozca su trayectoria como actor, pero que ya compró su explosividad al hablar.
—¿Por qué le dijo sí a “Tu cara me suena”?
—Había visto el programa el año pasado y vi que el clima era agradable, una evaluación de talento y nada más, y agarré. A esta altura acepto donde sé que no voy a pasarla mal. No soy millonario, pero tengo una situación que me permite elegir y desde hace 25 años lo hago. Y todo fue tal cual lo imaginé. Nunca nos vamos a pelear entre los jurados, eso no está en el plan.
—Ni siquiera fingen peleas.
—No puedo hacer eso. Cuando soy actor hago Hairspray, Los Productores o Molière, y compongo un personaje. Ahora, si con mi persona voy a jugar al actor, me parece una estupidez grande como una casa. Yo prefiero hacer ficción.
—Es raro que no le hayan ofrecido hacer humor político en televisión.
—Me llamaron en la primera época de Salsa Criolla para que fuera el segundo Tato Bores. Cuando vivía Tato no me parecía bien, y cuando murió era irreemplazable. También sentía que la televisión me exponía mucho para expresar opiniones políticas.
—¿Hoy lo haría?
—Ni en pedo, es casi un suicidio. No te dejan terminar y ya te sepultaron. Las redes sociales han hecho que la gente diga lo que se le canta sin el menor filtro, y yo no estoy dispuesto a ser vituperado por una opinión. Desde el anonimato se dice cualquier cosa con una cobardía siniestra.
—¿Siente que la política usa el humor para instalar candidatos?
—Creer seriamente eso es un concepto viejo y equivocado. Y que siga en la cabeza de alguien me da miedo, porque son a quienes después tengo que votar. Lo que pasa con tu bolsillo, o si no se puede salir a la calle porque al vecino lo cagaron a tiros, le va a indicar a la gente qué es lo que tiene que votar, por más que se haga la mejor imitación de quien sea.
—¿Teme quedar como un tibio?
—A mí no me interesa, porque prefiero ser tibio y no frío. Fríos están los cadáveres. Yo no he sido tibio en mi vida, sí siempre traté de ser objetivo y sensato. Estar en el medio de la calle. Si estás en una vereda o en la otra, el colectivo nunca te pisa, pero si estás en el medio te agarra seguro. No tiene nada que ver con la cobardía.
—Usted votó a Cristina Kirchner y destacó su figura política. ¿Hoy piensa igual?
—No puedo pensar lo mismo porque ella ya terminó. Creo que puede seguir siendo la figura más importante de su movimiento, por una cuestión de capacidad. Me interesaría, como Carrió, que esté en la Cámara de Diputados. Las quiero como legisladoras. En una época eran amigas. Recuerdo cuando fueron al programa de Jorge Lanata y ahí se pelearon.
—Recién nombró a Lanata. ¿Qué le parece su trabajo?
—Es impecable desde lo profesional y tiene todo el derecho del mundo a cambiar su eje de pensamiento. Me parece que no tiene un buen manejo del humor. Cuando estaba en el Maipo y era tan criticado, yo lo felicité. En ese momento hablaba con el tono del tipo que sabe, no se hacía el gracioso. Hoy tiene una tendencia al show-off que creo perjudica su mensaje.
—¿De su mensaje qué piensa?
—Muchas veces no estoy de acuerdo, pero a veces sí lo estoy y sus formas me terminan chocando. Será porque me acuerdo de él en otras épocas, donde parecía no pensar lo mismo. Igual, ya decidí que las cosas que no me hacen bien no las veo.