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Por Gustavo Méndez | Nota publicada en la edición impresa del Diario PERFIL.
La carrera de Favio Posca parece pensada como un sube y baja. Empezó en los sótanos, pasó por el Parakultural y luego saltó a la popularidad con Nico. Se recluyó en la trasnoche de las salas porteñas con unipersonales que alternó con participaciones en ficciones de Pol-ka, muchos de sus personajes lo regresaban al métier popular. Hoy, cerca de los 50, Posca caminará por esos dos polos opuestos: entre lo mainstream y mediático doméstico con “Bailando por un sueño” y lo más “cool” y transgresor con Fucking Fucking Yeah Yeah, su noveno espectáculo en la trasnoche del Paseo La Plaza.
—En diciembre cumplís 50, ¿cómo llevás el desgaste físico en el escenario y ahora con los ensayos del “Bailando”?
—Soy un tipo que he entrenado toda mi vida. Era runner, corría muchísimo, pero hace unos años lo dejé y me pasé al crossfit. Siempre hice deportes extremos y energéticamente tengo algo natural. En lo que hago, bailar y la obra, nunca termino hecho mierda.
—Pasaste del sótano al programa popular “Nico”, y hoy estás en Paseo La Plaza, sector comercial de calle Corrientes. ¿Qué extrañás del off?
—Del off no extraño nada pero tengo un recuerdo muy grato. Para mí meter cien personas en el Teatro Rojas o en una cancha de básquet y que se caguen de frío y armar mi propia tarima junto a mi mujer y amigos para hacer ese show es algo que me dio mucha felicidad.
—¿Qué te da el teatro comercial?
—Calidad de sonido, calidad de sala, calidad de puesta. Estoy haciendo algo recontrasalvaje y libre en un lugar recontra mainstream, entonces es una dicotomía increíble porque puedo hacer lo que quiero sin cambiar mi esencia.
—¿Cómo te llevás con la guita?
—He dicho a muchos proyectos que no porque no me interesaba a pesar de ser muy bien pago, incluso cuando alquilaba un departamento con mi mujer, a los 24 años. Arranqué bien de abajo. Aun así supe manejar muy bien mi carrera, mi integridad como persona y artista, y también con el tema de la guita. Y no te miento, me gusta vivir bien y me gusta ganar buena guita, y cuando la he ganado es porque también me gustaba el proyecto. No soy un tipo que diga “lo hago gratis”, la remuneración monetaria es importante, fundamental; si vos tenés talento, te lo tienen que pagar.
—¿Por qué le dijiste que sí al “Bailando”?
—Le había dicho varias veces que no pero esta vez me picó esa cosquillita de decirme “tengo ganas de estar en función de la danza”. Y mi propia familia me dijo: “¿Por qué tantas veces dijiste que no y ahora que sí?”. Y es que antes no tenía ganas y ahora sí.
—¿Te apoyan?
—Sí, me reapoyan para que esté, no creo que vayan al piso porque les parece mucha exposición. Estamos a full mirando los primeros programas.
—¿Lo hiciste por la popularidad?
—No. Necesitaba esa adrenalina que te da el vivo, que no te da una tira. No es que busco público o masividad, soy un tipo popular cuando quiero. Sé que me voy a encontrar muy cómodo en el “Bailando”, porque yo manejo la nave, y digo ahora quiero ser recontrapopular y lo soy, y después me salgo.
—¿Hablaste con Marcelo?
—No. Lo vi el año pasado, que me vino a ver al camarín (del Maipo, vio la obra Painkiller).
—¿Eso influyó para que aceptaras?
—Sí, re. No porque me venga a ver, sino de charlar en el camarín, estar ahí hablando muy relajado, buena onda junto con Guillermina, su mujer, con quien yo tengo una excelente relación. Me vibró muy bien.