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Por Gustavo Mendez
La demora de media hora no fue la típica espera de un rockstar para generar euforia en el público. El hombre es inglés y hace honor a la puntualidad. En Chile, previo a su visita a nuestro país, salió a horario a escena. Aquí, la demora fue por la expectativa de su regreso al país después de ocho años y los fanáticos demostraron sus ansias guardadas de verlo con un embotellamiento de ambos lados de la Panamericana a la altura de Tortuguitas. A las 21.30, Sting apareció sobre el escenario del DirecTV Arena para inaugurar un nuevo estadio techado en Buenos Aires.
Con sonrisa estoica de principio a fin, barba tupida, pantalón de cuero negro y remera azul ajustada –a los 64 años varios cuarentones y cincuentones habrán envidiado su abdomen y figura-, el bajo abrazado por sus manos, y una copa de agua para acompañar la velada, el ex líder de The Police tocó los primeros acordes de If I ever love my faith in you, segundo corte de su CD Ten Summoner's Tales (1993).
Sting saludó a los 15 mil fanáticos en un perfecto español antes de cantar su hit solista English man in New York: "Buenas noches. Soy muy feliz de estar contigo", y presentó a sus compañeros de ruta: Dominic Miller en la guitarra, Vinnie Colaiuta en la batería, David Sancious en teclados, Jo Lawry en los coros y Peter Tickell en el violín.
La primera ovación de la noche –mientras aún ingresaban los últimos presos del tráfico- llegó con So Lonely, tatuaje imborrable de las épocas rockeras de finales de los 70, y ahí mismo bajó los decibeles de los fans tocando Fields of gold y Driven to tears.
Ya con 45 minutos de show y el público en conexión con el británico, disparó Message in a bottle y Shape of My hearth. Hubo tiempo de respiro para Sting en The hound of Winter, la blonda Lawry se ganó una ovación por su talentosa voz soprano.
La noche continuó en ascenso. Gordon Summer –tal su nombre en el DNI- con mirada picara y su sonrisa inmutable, realizó una extensa intro, jugó con el público, y dio paso a Roxane. Otra vez en los 70 y el público más adulto se levantó de sus plateas y movían el cuerpo. Con un DirecTV Arena en plena ebullición, Sting abandonó el escenario con Ain't no sunshine.
Volvió a escena con su temazo árabigo Desert Rose, momento en que la banda dejó de ser banda y se convirtió en orquesta dirigida por un virtuoso director como Sting. Su despedida del público argentino fue con King Of Pain -canción que transportó al público argento al regreso de la democracia con la sonoridad de The Police-, Every breath you take y Next to you. En Fragile soltó el bajo anaranjado y tomó la criolla y luego tras un saludo con su banda, se fue. Fue un final emotivo y sereno. Una dosis de calidad y caricia que necesitan los argentinos.