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La muerte de Débora Pérez Volpin pegó fuerte en la sociedad quien se pregunta por los motivos que causaron el deceso. Sin embargo, para recordarla, su marido Enrique Sacco decidió contar con detalles como fue su historia de amor.
“Comenzamos con un '¿cómo venís hoy? ¿Comemos tipo nueve?'. Nuestra primera cena fue mágica. Me enamoré desde ese primer encuentro", contó Sacco en una carta a revista Gente.
"Me enamoré del todo, de su belleza –aquello que los ojos pueden ver– y fundamentalmente de su estilo, de esa particular elegancia espiritual y conceptual que traspasa la imagen”, describió y aseguró que en aquella ocasión charlaron “de casi todo”: sus hijos, sus padres, la familia, amigos, la profesión que compartían, de cine y hasta de política.
Medianoche en París de Woody Allen fue la elegida esa noche. “Fue nuestra película emblemática (…) Amamos viajar, entonces allí fuimos en nuestro primer paseo largo juntos... La Ciudad Luz, y también Londres”, indicó Sacco sobre aquel viaje que les permitió compartir cada momento.
"Para viajar conmigo me pidió presentarme a sus padres, Marta y Aurelio”, contó el periodista que calificó a Débora y su familia como personas “honestas, inteligentes, humildes, amables, simpáticas, independientes y bellas”.
“(Débora) me abrió las puertas de su corazón, confió en mí y me regaló lo mejor que una mujer puede dar: ¡AMOR, dos hermosos HIJOS del corazón, Agustín y Luna! ¡Y una gran FAMILIA! Ese legado es eterno”, resaltó.
Peleas. Sacco contó que sus peleas y discusiones siempre giraban en torno a lo mismo: la profesión, la política o cosas cotidianas. "Estábamos comprando souvenires; ella quería hacer una cosa y yo otra. No nos pusimos de acuerdo y el momento se tensó", recordó Quique y reveló: "A los pocos minutos se detuvo en la caminata, me tomó de los hombros, me miró a los ojos con una sonrisa y me dijo casi cantando... '¡Souvenir, souvenir!'. Nos dimos un gran abrazo de amor. Así sellamos esa mínima diferencia, y de ahí en más, cada vez que lo necesitamos –muy pocas– utilizamos esa clave de paz y alegría".
La carta finaliza con una emotiva descripción a modo de resumen de lo que fue su relación, de cómo era Débora y como su amor por ella sigue intacto: “Así de intenso fue nuestro tiempo juntos. Imposible olvidarlo. Orgulloso y feliz de ser el compañero en la vida de Débora, excelente persona, gran profesional, de convicciones firmes e intransigentes, madre todo terreno, mujer inmensa, compañera leal de cada momento, dueña de una sonrisa especialmente brillante. Celebro por siempre nuestro amor inolvidable. Y como cada día antes de dormir con el beso de las buenas noches, va la frase de siempre: '¡Te amo, hermosa D!'".