jueves 28 de marzo del 2024
DE PASILLO 12-05-2017 12:50

Cuando la ficción salva vidas

Por Diego Grillo Trubba | En 1992 un accidente dejó con lesión cerebral a uno de los guionistas más prolíficos en la editorial Marvel Comics. Hoy, su personaje de Rocket Racoon le permite seguir con vida.

La pregunta clave es si una ficción puede modificar la realidad, o si la imaginación puede mejorar las condiciones de vida.

Es sabido que el mundo de la historieta norteamericana, en su origen, se caracterizó por un sistema leonino en el que las editoriales se quedaban con los derechos a perpetuidad de los personajes que publicaban. Los millones generados por esas ficciones, sumado a la asimetría de poder a partir de la cual los artistas firmaban los contratos y ya retirados terminaban en la miseria mientras las empresas continuaban facturando gracias a sus creaciones, generó una sucesión de juicios. Algunos los ganaron los artistas o sus herederos, otros las editoriales y en algunos casos se llegó a arreglos entre las partes.

Lo cierto es que esa serie de batallas legales comenzaron a modificar las condiciones de contratación —a favor de los artistas— a partir de la década del '80, y los artistas empezaron a recibir regalías por la explotación de sus creaciones.

El guionista Bill Mantlo fue uno de los más prolíficos en la editorial Marvel Comics. A lo largo de 20 años se ocupó casi de la totalidad del universo de personajes, incluyendo la creación propia de nuevos héroes, entre los que estaba Rocket Racoon, el mapache hoy famoso de Guardianes de la galaxia.

Quiso la fatalidad que en 1992 Mantlo, fanático del skate, estuviera en esa actividad en el borde del Central Park cuando un coche lo atropelló para luego huir. El resultado fue terrible: meses en coma, con diagnóstico de lesión cerebral. Mantlo jamás recuperó la totalidad de sus capacidades cognitivas, y debido a su status económico fue confinado en un hospital mental donde no presentó mayores progresos.

La semana pasada el hermano de Mantlo, Mike, publicó una bella carta en medios especializados de la historieta, para contar que gracias a las regalías que le había pagado Marvel/Disney por utilizar a su personaje en las películas, había podido construirle una casa en el terreno contiguo al suyo y estaban en condiciones de afrontar cuidados domiciliarios, con una prognosis más optimista luego de 25 años de ser su tutor y guardián.

La respuesta a la pregunta inicial, entonces, es que las ficciones pueden modificar la realidad. Por suerte.

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