martes 19 de marzo del 2024
MúSICA 28-05-2017 11:57

Juana Molina o el arte de huir hacia adelante

Por Facundo Falduto | Mientras el mainstream local se empeña en mirar el pasado, la compositora y cantante rescata sonidos para encontrar una idea de futuro bailable entre el ambient y el pop. Galería de fotosGalería de fotos

"Vivimos en una era del pop que se ha vuelto loca por lo retro y fanática de la conmemoración. Bandas que vuelven a juntarse y giras de reunión, álbumes tributo y cajas recopilatorias, festivales aniversario y conciertos en vivo de álbumes clásicos: cada nuevo año es mejor que el anterior para consumir música de ayer". El electrocardiograma que Simon Reynolds leyó hace siete años en Retromania: la adicción de la cultura pop a su propio pasado (2010) bien podría servir para diagnosticar la escena del pop y rock argentino actual. ¿Qué hacer entre un mainstream local cuya mayor novedad es un show seudocircense y un under vital y efervescente que no termina de despegar por limitaciones económicas y falta de interés de la industria discográfica? Por ese interrogante surfea Juana Molina mientras gira por Argentina y luego Europa para presentar su séptimo disco de estudio, Halo.

En rigor, Juana siempre estuvo un par de pasos adelantada: debutó en el indie con Rara (1996) cuando sus compatriotas todavía incursionaban en lo rioplatense y lo sónico; se convirtió en mujer orquesta sampleándose a sí misma y metía Tres Cosas (2004) en la lista de mejores discos del año del New York Times mientras acá todavía era "la que actuaba en"; se pasó al ambient y al kraut. Nunca dejó el pop y tejió una popularidad sin demagogia que la llevó a fechas relevantes en festivales grandes y a un público -atravesado por varias generaciones- que llenó dos fechas algo sobrevendidas el 17 y el 24 de mayo en Niceto Club.

A ese público Molina lo recibió con la Gibson SG colgada y el whisky al costado del korg, con su vestido negro con huesos tejidos (una Björk disfrazada de San La Muerte), junto al trío que completan Odín Schwartz y Diego López de Arcaute. La falta de espacio y ventilación, además de algunos leves problemas técnicos, no lograron evitar el baile en la apertura con Cosoco y su seguidor del mismo disco, Cara de Espejo; ni el trance en Estalactitas. A la altura de Paraguaya, Juana se soltó, soltó la guitarra y emprendió ese baile hipnótico y epiléptico que probablemente haya visto Lorde en el Lollapalooza que compartieron hace tres años. Pasaron Eras y ese himno deforme a la independencia que es Lo decidí yo (ambos de Wed 21) para luego dejar que se arme un principio de pogo con el malambo lisérgico de Un día (del disco homónimo de 2008).

Ya entrada en calor la banda, siguió el recorrido por la presentación del último trabajo con Sin dones, Lentísimo halo e In the lassa, para volver a Ay, no se ofendan, Ferocísimo y Bicho Auto, todos del disco anterior. "Sos grande, Juana", gritó una espectadora, que recibió un "Sí, no sabés" seguido de risas. La hora y media se hizo corta y no fue necesario demasiado aplauso para que el trío volviera al escenario a hacer los bises. El cierre fue con la rareza de Wed 21 y la explosión de Sin guía, no. El público salió a buscar aire con la certeza de que parte del futuro estuvo en ese escenario, y el resto todavía no está escrito.

Juana Molina se presenta el 3 de junio en el Teatro Sala Opera de La Plata antes de emprender su gira por Europa. Más información en su página de Facebook.

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