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Sin la inyección de los millones de pesos que llovían como maná desde el Incaa y del Ministerio de Planificación, y con la recesión económica de un país cuya economía no evidencia una recuperación, las productoras independientes de televisión pasaron de vivir una época dorada a una situación angustiante y de incertidumbre. La mayoría tuvo que reducir gastos, rescindir contratos, incurrir en despidos y retiros voluntarios, y utilizar fondos propios para el pago de salarios.
Desde el sector que nuclea Capit -Cámara Argentina de Productores Independientes de Televisión- esperan que el gobierno de Mauricio Macri dé un fuerte respaldo, hasta el momento tibio, bajando los impuestos a las producciones y mejorando la concesión de subsidios. Durante el gobierno K, las productoras recibían el 100% de la financiación de una ficción o documental; ahora, el macrismo sólo dará el 30%. El tiempo en futuro se debe a que si bien lanzaron el concurso para producciones, todavía no empezaron el proceso de selección. “El Estado vivía con un inflador, creando canales, concursos, incentivos, invirtiendo muchísimo dinero; eso no está más y la pelota se está desinflando”, reconoce Claudio Martínez, dueño de Oso Producciones y miembro de la comisión directiva de Capit. También le pidieron al Gobierno –en diferentes reuniones– que promulgue una nueva ley que los proteja ante las productoras multinacionales extranjeras y de una televisión “enlatada”, tal como hizo Dilma Rousseff en 2011, estableciendo cuotas de producción pequeñas en los canales de aire con la premisa de que también el cable deba ofrecer acceso y emisión a las productoras locales independientes. “Es cierto que hay reuniones con organismos del Estado para pedir una ley como la que tiene Brasil; estamos tratando de que las empresas multinacionales –caso canales de cable– los obliguen a producir tres horas semanales, lo que dará incentivo y trabajo a las productoras independientes. El Gobierno no está en contra, sino todo lo contrario”, dice un importante productor que forma parte de la mesa chica de Capit y que prefiere mantener el anonimato.
Otro de los motivos de la crisis es que el mundo del entretenimiento cotiza en dólares. El año pasado, con cepo, la divisa valía $ 13,70, mientras que en septiembre de este año la moneda extranjera trepó hasta tocar los $ 15,45. Por ejemplo, un capítulo de Educando a Nina cuesta entre $ 900 mil y $ 1,1 millón entre gastos de producción, técnicos, cámaras y actores. Resultado: se encareció con respecto al año pasado, no sólo por el valor del dólar sino por la inflación, que entre diciembre y julio rondaría el 38%.
Gonzalo Armendares, gerente general de Underground, suma que cayó de manera fuerte el ingreso de pauta publicitaria: “Es un año complejo: cambió el panorama publicitario, bajaron los ingresos por publicidad un 30%. Nosotros estamos a los mismos niveles de facturación que el año pasado, con mayores costos y gastos por el aumento de precios”. Según Armendares, las productoras que sobreviven “son aquellas que están ajustadas a lo que pide el mercado, con estructuras pequeñas, que trabajan como minipymes”. La productora que comanda Ortega emplea a veinte personas, un staff moderado, aunque goza de un socio potente como Telefe y algunos éxitos exportados.
Agustín Sacanell es dueño de Kapow, productora creadora de Cocineros argentinos y de Estocolmo, la primera ficción argentina hecha para Netflix, que debutará el mes que viene en la plataforma. Su empresa tiene cuarenta empleados. “La forma de subsistir es vender formatos; en tiempos de devaluación, el costo laboral es alto en el sector: es en dólares. Nosotros vendimos Cocineros... a Chilevisión y ahora a TV Azteca”, confiesa Agustín, quien reconoce que no despidieron personal pero sí que “no renovamos algunos contratos temporarios”. Sacanell da su mirada de la actualidad del sector: “No era una novedad que iba a venir una etapa cerrada, de menos actividad; este freezer que vivimos era anunciado. Hoy las productoras más chicas, nucleadas en CAPA, que trabajaban para Pakapaka, Encuentro y DeporTV, no llegan a fin de año”. El dueño de Kapow apunta al alto costo que pagan de impuestos: “Hay que lograr bajar la carga tributaria, que es enorme”.
Claudio Martínez produce el programa de Adrián Paenza, Científicos Industria Argentina, en la TV Pública, y también el de Marcelo Zlotogwiazda, Desafío 2016, por la señal C5N. “El año pasado producíamos cinco y este año sólo dos”, confiesa Martínez, y afirma que en Oso Producciones “tuvimos que reducir el personal, lamentablemente, y pagamos las indemnizaciones que correspondían”.
Bernarda Llorente y Claudio Villarruel son dueños de la firma ON TV, creada en 2010. La dupla afirma que “veían venir” esta situación de crisis poskirchnerismo. Villarruel: “Nosotros vendemos ideas; si el canal o inversores gustan, hacemos el presupuesto y ahí contratamos. No tenemos ‘fierros’. Ahora producimos en el cable: El mundo desde abajo en TBS, y tenemos otro que será de un tipo que irá en bicicleta cocinando por los barrios”. Llorente: “No hay horizonte de salir en corto ni mediano plazo, nunca vi tanta gente capacitada desocupada como en estos momentos, y muchos terminarán cambiando de oficio”.
En tiempos de vacas flacas, los programadores de los cinco canales de aire decidieron comprar latas para abaratar costos, entonces el espacio para producciones locales nuevas es inexistente. Hasta la TV Pública compró la colombiana Celia, a un costo de US$ 800 el capítulo. Este año, el programa más visto es Moisés y los diez mandamientos, tira brasileña, mientras que el año pasado fue la turca Las mil y una noches. Antes, Avenida Brasil. Es decir, el arribo de latas no es una tendencia de este año: compran a precio barato, sin costos de producción, y miden audiencia. Y si no miden, la sacan y prueban con otra. Así funciona. Una variable más que está aniquilando a las productoras. “Nos están matando, es un problema grave en el país, y desde Capit lo planteamos a los funcionarios”, admite Martínez.
Un caso bien particular es el de Ideas del Sur. La ex productora de Marcelo Tinelli y que hoy está en manos del Grupo Indalo vive en permanente tensión. Hubo despidos, que no fueron del agrado del conductor estrella, y a la empresa le cuesta llegar a fin de mes para abonar los sueldos. La semana pasada se reunieron Fabián de Sousa, socio de Cristóbal López, y Marcelo, y en los pasillos de la empresa ya dejó de ser un secreto que no se tienen demasiada simpatía.
Durante 2016 hubo discusiones fuertes por el presupuesto y por la cantidad de empleados que tiene Ideas del Sur, que no se justificarían según el empresario para hacer ShowMatch, que –vale decir– no atraviesa su mejor año en cuanto al rating. Este es el show, programa house organ de Bailando por un sueño, sale desde El Trece, y el programa que tenían en C5N , Viva la tarde, se levantó porque, a su juicio, perdía dinero. Hay que sumar las pérdidas millonarias que tuvo Indalo por la demora de la salida al aire de “Bailando por un sueño”. Algo parecido a lo que se vive en muchas productoras. Todos esperan a mediados de octubre, cuando una nueva reunión definiría si siguen juntos en 2017, con qué formato –dicen que iría dos veces por semana en un programa parecido al de Susana–, si firman o no con El Trece –Indalo tiene la exclusividad de Tinelli como conductor– y la cantidad de gente que habría que distribuir. En tanto, la señal CN23 ya empezó a operar desde el emblemático edificio, no con buena imagen y con algunos espacios “loteados”.
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