sábado 20 de abril del 2024
DESTACADA 21-04-2016 16:57

Prince: el arte de influenciar a quienes te odian

El genio de Minneapolis fue encontrado muerto en Paisley Park, su casa y estudio de grabación en Minnesota, a los 57 años.

Por Nicolás Lucca

Se fue uno de los músicos más extraños, amados y odiados del mundo. Prince Rogers Nelson, el tipo al que todos conocimos como Prince, fue un artista en toda la dimensión que se pueda concebir e incluso corrió las fronteras más lejos, como corresponde a quienes quedarán en la historia de la música.

Más allá de cualquier consideración que se pueda hacer sobre Prince, hay que tener en cuenta que fue mucho más que un par de éxitos y el furor de Purple Rain.

Por qué lo odiamos. Su esnobismo y su actitud distante, fría y alejada de los críticos, periodistas e incluso de los fans, ha llevado a que buena parte del enorme universo musical lo trate con una mirada de costado, como si creyéramos que le pagamos con la misma moneda. No es en vano, dado que su egocentrismo exacerbado lo ha llevado a romper contratos con multinacionales –¿existe acaso actitud más rocker que patear el tablero del statu-quo?– y cuando quisieron tenerlo agarrado y hacerle caer todo el peso de las corporaciones, no se hizo demasiado problema y hasta cambió su nombre por un logo. Para presentarlo había que recurrir al fastidioso "El artista antes conocido como Prince", o "el Artista" a secas. Curiosamente, ese período que podría haber sepultado la carrera de cualquier otro músico, dio inicio a una de las etapas más creativas de toda su carrera. Discos dobles, triples, quíntuples. Prince sin su nombre parecía querer demostrar todo el tiempo lo que las multinacionales se estaban perdiendo por caprichosos. Y es que, a  caprichoso, nadie podía ganarle. A tal punto llegó su falta de interés en el qué dirán que entabló una polémica batalla judicial contra Prince United Fans por el uso de su imagen en las redes sociales. Sí, los fans se reunieron cual sindicato para enfrentar judicialmente a Prince.

Las discográficas también volvieron a vivir un momento de furia y confusión cuando creían que habían domesticado al irreverente artista. A principios en 2007, cuando Prince era el artista mejor pago de Estados Unidos, se publicó Planet Earth, su nuevo album de estudio. El músico decidió regalarlo a cualquiera que fuera a verlo en vivo, algo que es habitual en las bandas y artistas under, pero que a una discográfica puede ocasionarle un agujero en sus números. No fue la única vez que lo haría: repitió en 2010 al regalar el album 20ten con los ejemplares del Daily Mirror en Inglaterra, o la Rolling Stone en otras locaciones. Por si fuera poco, en medio de la batalla entre las discográficas y las descargas ilegales de música, a Prince se le dio por publicar un álbum completo vía Internet.

Por qué lo amamos. Para dimensionar el tamaño de un artista, hay que dimensionar la huella que deja en la comunidad y entre sus pares. Y Prince dejó una huella casi imposible de llenar. Multiintrumentista, grababa sus discos practicamente en soledad. Si bien es algo que no constituye ninguna novedad para los músicos –Paul McCartney lo hizo desde el White Album de los Beatles– en el caso de Prince se daba algo diferente: no procuraba que se destaque ningún instrumento por sobre el producto final, y eso que fue un eximio guitarrista, mucho más de los que sólo lo escucharon por la radio creerían.

Su obsesión creativa lo llevó a sacar 44 discos en 37 años de carrera. Si a ello le sumamos que de esos 37 años, hubo ocho en los cuales no aparecieron novedades discográficas, podríamos hablar, sin lugar a equívocos, de que Prince fue uno de los artistas más prolíficos de la historia.

Parte de lo que el consideraba su lucha contra el egocentrismo, pero que, en definitiva, retroalimentaba su ego, era la costumbre de sacar aún más material con nombres tan extraños como Tora Tora o Joey Coco. Estos alter egos –a los que se puede sumar Jamie Starr, Alexander Nevermind y Christopher– llegaron a un extremo de borrar todo nombre y que la gente se arregle por sus medios para saber quién era.

Su estilo musical inventó un género en sí mismo y que logró colocar al "Minneapolis Sound" en la escena mundial. Muchos de los álbumes que publicó no tenían una sola canción que pudiera cortarse para pasar por la radio, pero son obras icónicas que no se pueden escuchar de punta a punta sin pensar cómo es que se le ocurrió meter determinado arreglo, o cómo consiguió tal sonido o efecto.

Incluso ante la contrariedad de la vida –la muerte de su hijo en 1997– Prince se refugió en lo que mejor sabe hacer y publicó cuatro discos en dos años, marcando un ritmo frenético poco habitual en artistas consagrados, y que disparó una locura de publicaciones de funk, jazz y música progresiva.

Y si queremos hablar de a quienes influyó el listado es enorme y va desde la costa californiana –¿O nunca pensaron cómo se les ocurrió a los Red Hot Chilli Peppers abordar un sonido funk violento?–, da la vuelta a Europa y llega hasta nuestras costas rioplatenses. Si los años ochentas fueron marcados por el sonido de Michael Jackson y su productor Quincy Jones, el pop de los noventas nació con Prince cinco años antes de que asomara la década.

Sólo por mencionar dos casos puntuales de Argentina: Cómo Conseguir Chicas de Charly García (1989) tiene una notoria influencia princeana de la cual García no sólo no renegó, sino que lo dejó bien en claro al explicar el lado B del disco (la imbatible triada de las canciones Anhedonia, Suicida, Fantasy). Charly hizo un disco con un sonido tan internacional gracias a abrir su cabeza a Prince, que terminó presentando su disco en Nueva York, aunque en nuestro país pasó casi sin pena ni gloria, quizás por haber salido en medio de una crisis económica sin precedentes, quizás por haber quedado entre los tanques Parte de la Religión y Filosofía Barata, pero no en vano es que de aquel disco sólo se recuerda un éxito: Fanky. Fito Páez, siempre tras las huellas de García, contó que Charly estaba escuchando Sign o' The Times (el disco que Prince publicó en 1987) cuando Fito le preguntó qué hacía escuchando "a ese negro trolo". Charly le pidió que hiciera un esfuerzo. "Tenía razón, se terminó por hacer carne en mí", cerró la anécdota Páez. Fue cuando empezó a delinear su disco Tercer Mundo, de 1990, y muchas de esas influencias todavía se notaban en El amor después del amor.

Puntualmente, de Prince se podrán decir muchas cosas, pero hay algo que es innegable: sólo se puede ser influenciado por él, nunca imitarlo. Porque cuando alguien es tan original, una imitación queda demasiado ridícula. Y de eso, ya estamos llenos.

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