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Apenas comenzó el "Bailando 2015" y ya empiezan a sonar los tambores de guerra, pero esta vez no entre los participantes, sino entre los miembros femeninos del jurado.
Nacha Guevara y Moria Casán hicieron "rancho aparte" y no le dan ni la hora a Soledad Silveyra. Además, la acusan de "borracha", y no dejan de hacer caras burlonas cada vez que la rubia da alguna de sus ocurrentes devoluciones.
La distancia entre las tres mujeres comenzó el año pasado, cuando Nacha llegó con obsequios para todos, menos para Solita.
"Me resbala que me pongan caras. Tengo otros valores, no me río del otro. El año pasado le trajo perfumes a todos, hasta para las productoras, y a mí no. Me dolió muchísimo y me hizo daño porque vino de una persona que respeto y admiro. Fue un gesto horroroso. No lo hablé con ella ni quiero hablarlo, pero salió a la luz y se hizo justicia", señaló Silveyra en su momento.
"No me acuerdo si fue así, le hago muchos regalos a todo el mundo. Me parece que sí le traje algo, tendrá mala memoria", señaló Nacha, y añadió, picante: "Alguien en esta producción quiere pudrir este jurado y yo no voy a entrar. Solita no se enojó conmigo, salvo cuando tomó".
"Puede ser que Solita tenga mala memoria", concordó Moria. "Necesita terapia y un chip para el sexo porque tiene muchos conflictos con nosotros. Igual, es un gran acting de la señora para que las cámaras la registren. Ella fuma y hace asado bajo el agua", agregó.
Solita fue tajante: "Si Nacha no recuerda lo que pasó va a ser muy difícil reconciliarnos".
"Vamos a tratar de mantener la compostura. Ella usó un término que me parece que no corresponde para nada. Está saliendo de las reglas del juego", remató la actriz.
La situación está muy lejos de componerse, y aunque al aire el trato sea cordial, lo cierto es que fuera de las cámaras la relación entre ellas no existe.
De hecho, según reveló La Pavada de Crónica, en la reapertura de la sala Martín Coronado del teatro San Martín estuvieron Solita, Moria y Nacha dándole la bienvenida a Nuria Espert. Las tres ni se cruzaron, y cuando Silveyra se enteró de la presencia de las otras se fue sin saludar, por la parte trasera, a comer con su hermano Juan. No se dijeron ni "buenas noches".
La paz está lejos de firmarse...
