jueves 28 de marzo del 2024
DE PASILLO 07-03-2013 09:36

La carta de Nancy Herrera para Alberto Olmedo

Galería de fotosGalería de fotos

A 25 años de la muerte de Alberto Olmedo, Nancy Herrera, la última mujer del gran cómico argentino, eligió a Semanario para recordarlo con una emotiva carta.

Alberto fue el mejor hombre que conocí en la tierra después de mi hermano, mi padre y mi hijo, Albertito. Que ya hayan pasado 25 años sin el Negro me parecen nada porque para mí el Negro no se fue, sigue vivo en mi corazón, como seguirá viviendo hasta el último día de mi vida. Si bien el dolor que sufrí aquel 5 de marzo de 1988 fue desgarrador y hoy estoy en otro etapa, el dolor de no tenerlo a mi lado lo sigo sufriendo desde otro lugar.

Lo recuerdo como alguien que me dejó uno de los tesores más preciados de mi vida: nuestro hijo Alberto que, lamentablemente, no lo pudo conocer porque cuando "el Negro" se fue, yo estaba embarazada de dos meses. Si pasó tanto tiempo y la gente sigue hablando de él es porque fue una persona muy querida, muy amada. Aún hoy, después de 25 años, Alberto Olmedo sigue siendo un fenómenos difícil de explicar. Nunca ví nada igual en mis 53 años de vida. El Negro era único, un tipazo, un hombre con códigos. Aunque a veces me provoque ciertos celos, debo confesar que la gente lo recuerda más que yo porque yo no puedo estar pensando todos los días en él porque, obviamente, tengo una vida que vivir y un hijo que criar. En lo personal, no creo que pueda volver a enamorarme de otro hombre como me enamoré de él.

Era un galán, un chamullero de aquellos. Todos los días me sorprendía con algo nuevo, no con grandes regalos sino con pequeñeces, como una simple muñequita porque sabía que me encantaban. El Negro siempre estaba un paso adelante de todos, incluída yo.

Era un sol de persona, por eso la gente lo sigue queriendo. Era el tipo más sencillo y humilde que conocí en mi vida. Tenía un corazón enorme, si podía ayudar a todos los pobres del mundo, lo hacía sin esperar nada a cambio ni publicarlo. Nunca se creyó más allá de sus narices y mirá que tenía con qué. Si bien arriba del escenario era otra persona, es mentira eso de que, en su vida personal, era aburrido. Alberto era un tipo común y corriente que le gustaba disfrutar de sus seres queridos y de su familia y que no se preocupaba por querer impresionar a nadie. ¡No sabés los asados que hacía! Lo que pasa es que como no le gustaba dar notas porque era muy tímido y vergonzoso, muchos lo tildaron de amargo y triste, pero nada más lejos del gran tipo que era fuera de sus personajes. Como padre, fue un excelente padre, lástima que a nuestro hijo no lo pudo conocer. Ese es un dolor que me va a acompañar hasta la muerte. Me hubiese encantado que se hubieran conocido para que Albertito tuviera al menos su imagen y no su recuerdo a través de mis palabras y anécdotas que viví junto a él durante los 10 años que estuve a su lado, dos como novia y 8 como esposa con papeles porque yo me casé con él en el estado de Florida en Estados Unidos porque como acá no existía el divorcio y él estaba separado no pudimos hacerlo. Más que ocho años de matrimonio lo que vivimos fueron ocho años de noviazgo y en ninguno de esos maravillosos e inolvidables ocho años que vivimos juntos jamás perdimos el amor. Nos amábamos como el primer día. Tené en cuenta que cuando lo conocí yo era una chiquilina de 17 años y cuando me casé con él tenía 20. Era una nena a la que él supo amoldar como nadie. Si bien yo me formé profesionalmente con dos monstruos como Augusto Cruz y Lito Fernández él fue mi gran maestro y mi gran guía.

Negrito, sé que a vos te hubiese gustado vivir en esta época, en democracia, para no tener que andar con el culo entre las patas como muchas veces tuviste que hacerlo por las amenazas que recibiste durante la dictadura. Hoy estarías diviertiendo a la gente con un sketch de tu amigo el Pingüino Néstor o uno de Cristina, alguien que seguramente a vos te hubiese gustado mucho conocer, como a mí. A 25 años de tu partida sólo me queda agradecerte por todo lo que me diste como profesional, como hombre y como padre. Hasta cualquier momento, Negrito. Gracias por haberte cruzado en mi vida y, muchas gracias, por haberme regalado a Albertito. En él, y en mi corazón, estás más vivo que nunca. Chau, negrito, chau.

Galería de imágenes
En esta Nota